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También fuimos consolados con el consuelo que ustedes mismos le dieron a Tito. Él nos contó que ustedes querían vernos y que están muy arrepentidos por lo que hicieron. También me dijo que ustedes se preocupan mucho por mí, y entonces me sentí muy feliz con sus noticias.

Aunque les haya causado tristeza con mi carta, no me arrepiento de haberla escrito y aunque me arrepintiera, ahora me doy cuenta de que esa tristeza fue pasajera. Ahora me siento muy feliz, no por haberles causado tristeza, sino porque esa tristeza los hizo cambiar y volverse a Dios. Ustedes recibieron esa tristeza tal como Dios quería, sin sufrir ningún daño por causa nuestra.

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